Estimados/as señores/as:
Mi nombre es María Luisa Díaz Castro. Soy enferma renal desde hace 5 años, de los cuales los dos últimos estoy en tratamiento renal sustitutivo mediante hemodiálisis, recibido en la clínica Diaverum Santiago (antes Clínica Soutoboo).
Desde la asociación de enfermos renales, ALCER, me han solicitado que exponga en unas breves líneas, qué ha supuesto en mi vida el cambio vital que supone someterse a diálisis y vivir con la insuficiencia renal crónica. Será porque casi no he padecido o sentido con intensidad cualquiera de los síntomas y signos propios y característicos de la enfermedad renal, pero desde el primer momento tras el diagnóstico, he tomado esta etapa de mi vida como una más, en la que ni el dolor ni la tristeza podían tener cabida en mi día a día (y ha sido desde que tengo uso de razón con muchas otras circunstancias que he tenido que vivir, pero si eso, ya me quedará contarlas en un libro en el futuro).
Toda mi vida laboral estuvo ligada a cuatro paredes, dentro de las cuáles, apenas me relacionaba nada más que con mi familia, mis clientas y mi máquina [era costurera]. El hecho de tener que desplazarme días alternos al centro de hemodiálisis y estar en contacto con gente que está viviendo circunstancias similares a las mías, hace que mis fuerzas y vitalidad se vean renovadas cada día. Es como si ahora me preparara para ir a trabajar para y por mi cuerpo; siempre con alegría y satisfacción tanto al comenzar, como durante el tiempo de diálisis y porque no negarlo, al final del mismo.
Además de la mejoría experimentada, también he visto mejorado mi estado de ánimo. Relacionarme y conversar con los compañeros de sesión de hemodiálisis, los ambulancieros que nos llevan y nos traen así como debatir y conversar con los profesionales sanitarios que nos atienden, ha provocado mi salida del aislamiento social que había vivido antes y durante el inicio de mi agravamiento de salud.
Aún sabiendo que la hemodiálisis es un tratamiento paliativo, desde el comienzo del mismo, lo he considerado como la mejor de las terapias frente al fallo renal. Por edad y por condiciones físicas, el trasplante renal es una de mis últimas opciones por lo que lo dicho anteriormente, se ve ampliamente reforzado. Tampoco me olvido que el hecho de ser una paciente muy activa, consciente en todo momento de la necesidad estricta de un autocuidado para la correcta estabilización de mi enfermedad y eficacia de la terapia, también ayuda a sobrellevar mejor la situación actual. Esto considero que es muy necesario recordarlo, es de suma y vital importancia.
Así que, a todos/as los enfermos/as, familiares y profesionales implicados y a quienes lean estas líneas, les quiero transmitir toda mi fuerza, ilusión y ganas. Me gustaría que os quedéis con el mensaje de que "vivir conectados a una máquina" nos hacer ser biónicos (dignos de ser apreciados) y por tanto, nos mantiene "enchufados" a la vida. Además de una pequeña limpieza corporal, la hemodiálisis tiene que verse como una conexión con la vida, la ilusión y las ganas por vivir. Por que como decía la película...¡Qué bello es vivir!
Un abrazo,
Qué maravilla de entrada! “Vivir conectados a una máquina no nos hace menos humanos” “... ser una paciente activa... autocuidado “ esto sí que es saber situarse ante la vida!
ResponderEliminarGracias por transmitir tan bien, Luisa!